jueves, 5 de marzo de 2015

Psicopolítica; La crisis de la libertad


No dejó de sorprenderme este ensayo del Filósofo Coreano-Alemán,  Byung-Chul Han, acerca de lo que él llama “las nuevas técnicas del poder neoliberal”. En este libro titulado; “Psicopolitica”, el autor dirige su crítica al sistema actual, argumentando que la eficacia del neoliberalismo radica en hacerle creer al individuo que es libre cuando en realidad el sistema está explotando su libertad.

Han, describe a la psicopolitica como el sistema de dominación que en lugar de emplear el poder opresor, emplea el poder seductor, inteligente, que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación.

El autor también reflexiona sobre este modelo de autoexplotación que ha dejado sin efecto las teorías de Karl Marx, ya que la revolución social empleada como válvula de escape a las acciones represivas basadas en la relación explotadores-explotados, son sustituidas por el sujeto auto explotado, que se hace así mismo responsable y se avergüenza de sus fracasos en vez de poner en duda el sistema. Esta autoagresividad explica Han, no convierte al autoexplotado en revolucionario, sino en depresivo.

Esta autoexplotación y  a la vez frustración ante los fracasos, merma la libertad del individuo, ya que a palabras de Han, la culpa elimina la libertad y en el sistema de libre competencia, la única libertad real, es la libertad de capitales.

“Ya no trabajamos para nuestras auténticas necesidades, el capital, genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias”. Expone Han.

El inteligente ensayo, también ataca la tendencia de los gobiernos y del “sistema” a transparentar todo lo posible, definiendo a esta “Dictadura de la Transparencia” como un panóptico digital – El panóptico es un tipo de arquitectura carcelaria donde su guardián, guarnecido en una torre central, observa a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados- que hace que la libertad y la comunicación ilimitadas, se conviertan en control y vigilancia totales.

El autor no define a la transparencia como una mala práctica, sino que la motivación de esta, no se orienta a los procesos de decisiones o a los resultados de las acciones, sino a la necesidad de desnudar, de desenmascarar, de escandalizar. Esta reorientación de la transparencia, no genera ciudadanos con iniciativa, sino espectadores pasivos, que a su vez únicamente generan una democracia de espectadores.

“El neoliberalismo, convierte al ciudadano en consumidor, la libertad del ciudadano cede ante la pasividad del consumidor. El consumidor no tiene interés real en la política, no está dispuesto ni capacitado para la acción común, solo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose, igual que el consumidor ante las mercancías que le desagradan. Los políticos y los partidos, también siguen esa lógica de consumo. Tienen que proveer para satisfacer a sus clientes”.

Pero el también teólogo por la Universidad de Múnich, concluye que todo esto es posible gracias a que de forma voluntaria las personas se someten y por hacen ellos mismos el trabajo del “Big Brother”, no por coacción, sino por una necesidad interna.

En una analogía muy perspicaz, Han afirma que toda técnica de dominación tiende a generar objetos de devoción con el fin de someter, y es así como compara al Smartphone con un rosario ya que ambos sirven como confesionarios móviles y el “me gusta” es el nuevo prototipo de un “amén digital” donde Facebook es la sinagoga global y nosotros sus nuevos “Devotos”.

 


 

                                                              

 

 

 

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