martes, 19 de marzo de 2013

Reformar Pemex



La parte fundamental de la reforma energética (aunque no la única), es sin duda la concerniente al sector petrolero. Pemex ha sido en las últimas décadas por una parte la empresa que más aporta al fisco y por otra, el rubro que a la par de las remesas constituyen nuestros mayores ingresos nacionales.

Pero la industria petrolera en nuestro país, no sólo tiene implicaciones económicas, también se ha constituido como un referente simbólico de nuestro nacionalismo y también como la última reliquia de nuestra "soberanía nacional".

Pemex ha jugado el papel que juega la morfina para atenuar los efectos analgésicos de algunas enfermedades. Y es que dada nuestra baja e inequitativa capacidad recaudatoria, la renta petrolera ha llenado el hueco fiscal que nuestro sistema tributario, por miedo, conveniencia o incapacidad, no ha podido solucionar.

En el marco del 75 Aniversario de la expropiación petrolera, el Presidente Enrique Peña Nieto, insistió en la modernización de la paraestatal, que implica la permanencia del estado como eje rector y articulador de esta industria, pero permitiendo la participación de la iniciativa privada en las áreas donde Pemex encuentra sus principales rezagos.

En ese sentido, la extracción en aguas profundas, el aprovechamiento del ShaleGas y la refinación y producción de gasolinas, se encuentran entre las prioridades que Pemex debiera abrir a la participación de los particulares y así eficientar sus procesos productivos.

Se ha dicho durante la última década que el futuro de la industria petrolera mexicana se encuentra en las aguas profundas del Golfo de México, lo cual podemos confirmar por la extracción que hacen en la zona EEUU y Cuba en dicha región -por cierto, Cuba un país eminentemente socialista lo hace con inversión privada europea- solo que ahora se hace más necesario ya que del 2006 a la fecha, la producción diaria de barriles ha disminuido 25% en términos reales.

Pero no sólo el out sourcing o las asociaciones público-privadas son el único problema de Pemex, también su manejo interno requiere volverse ágil y transparente, por ejemplo, si dividimos los barriles producidos entre el número de trabajadores de algunas empresas petroleras veremos que Pemex esta muy por debajo de los estándares de eficiencia.

Pemex produce 2 millones 913 mil barriles diarios de petróleo con una nómina de 150 884 trabajadores, es decir 19.30 barriles por trabajador. En contraste Petrobras (Brasil) produce 1 millón 980 mil barriles diarios con 77 mil trabajadores, 21.71 barriles por trabajador ó PDVSA (Venezuela) produce 2 millones 804 mil barriles con 61 mil 909 trabajadores lo que deriva en 45.29 barriles por trabajador.

Lo curioso es que si en 2006 estábamos produciendo 3.3 millones de barriles diarios con 133 mil empleados, y en contraste ahora estamos produciendo 2.6 millones (-25%) con casi 151 mil empleados (+12%) lo que resulta realmente ilógico para cualquier métrica empresarial.

Los cambios y las reformas de la industria petrolera en México son variados y de diversas índoles. Pemex debe tener mayor capacidad de autogestión sobre sus recursos y un alejamiento de intereses políticos o gremiales que obstaculicen su avance como una verdadera empresa.

Para lo anterior la reforma energética, para el caso abordado, la petrolera, debe sin duda de ir sostenida de una reforma fiscal que deslindé de las responsabilidad a Pemex de tapar el agujero tributario de nuestro país y le permita con sus propios recursos, mover a México a una transición hacia las energías limpias y renovables, y poder hacer sostenible el desarrollo nacional en el largo plazo.

Pemex debe seguir siendo de los mexicanos y debe sostenerse como símbolo de orgullo e identidad nacional, pero una identidad basada en la competitividad, la eficiencia y la calidad total. Esa debe ser la fuente de un nacionalismo que le hace frente a los retos de la globalidad.

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Twitter. @jorgeivand