viernes, 6 de marzo de 2015

¿Sirven los Plurinominales?



Como cada tres años, el tema de los diputados plurinominales ha abarcado una buena parte de la opinión pública en los últimos días. Y es que desde hace dos décadas se han incrementado las propuestas de desaparecer esta figura que surgió en la reforma política de 1977 gracias a la visión del último de los grandes estadistas de este país, el historiador y político Jesús Reyes Heroles, en su calidad de Secretario de Gobernación durante la administración de José López Portillo

El origen de esta reforma, es la propia legitimidad de la elección de este presidente, el cual no compitió con ningún otro candidato, puesto que el Partido Acción Nacional, único realmente opositor al PRI, no postuló a ninguno de sus militantes en aquella elección a causa de fuertes disputas internas, y Valentín Campa, mítico líder sindical y personaje del extinto Partido Comunista Mexicano, fue lanzado como aspirante sin registro, obteniendo casi un millón de votos que debieron ser anulados, lo que creó un problema de legitimidad que, como nunca, evidenció una crisis de representatividad puso en jaque al modelo democrático, ya de por si deslegitimado.

Entre muchas grandes aportaciones que dejó esta reforma (no cabrían todas en esta columna), destacó la nueva composición de la Cámara de Diputados, la cual tuvo la finalidad de dar márgenes mayores de representación a los partidos minoritarios, estableciéndose un sistema mixto que combinó el principio de representación de mayoría relativa (candidatos electos por voto popular) con el de representación proporcional (hasta 100 diputados electos en circunscripciones plurinominales). Este último estaba reservado exclusivamente para los partidos de oposición, pues el requisito para participar de tal asignación era haber obtenido menos de sesenta triunfos de mayoría.

El espíritu de la reforma era propiciar una oposición más activa y representativa, que se tradujera en un congreso más equilibrado y por ende más democrático. Con el paso del tiempo esta reforma aunada a otros factores sociales y políticos, dieron como resultado que en la elección de 1994 el PRI, por primera vez en su historia perdiera la mayoría en la Cámara de Diputados.

Sin duda la figura del Diputado plurinominal, fue una gran aportación al sistema político mexicano, la cual dio voz, representación y poder a los partidos opositores al régimen, permitiendo junto con consecuentes reformas electorales dar paso a la lenta transición democrática mexicana.

Fue a fines de 1982 donde se reformaría el artículo 115 constitucional, y la Cámara de Diputados pasó a 500 curules: 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional (cien más que en la primera reforma). Siendo esta última recomposición, a mi personal punto de vista, la que daría pie a la perversión del origen consustancial de los plurinominales.

Esta figura, en un sistema que no tenía (y en la praxis sigue sin tener) la posibilidad de relección consecutiva de legisladores, abonó a permitir la entrada de personas con gran bagaje político,  jurídico y/o legislativo, que tal vez no tenían los méritos populares para aspirar a una curul o un escaño a través del voto, pero que aportaban estabilidad y conocimiento de causa tanto al cabildeo político, como al propio proceso legislativo.

Sin desconocer que en todos los tiempos y en todos los partidos han existido compadrazgos y amiguismo que se han visto reflejados en las listas de candidatos plurinominales, eran contados los casos, y más bien estos espacios, eran un premio al mérito partidista y o a la capacidad mostrada en el ámbito político/técnico.

Sin embargo, los hoy comúnmente llamados “pluris” se han convertido en el símbolo más fehaciente de la ilegitima clase política mexicana, siendo el influyentísimo, el nepotismo y hasta servilismo hacia los grandes grupos oligárquicos del país, su principal origen e interés legislativo.

En lo personal creo que 200 diputados plurinominales son ya un exceso y una carga al propio dinamismo y eficiencia legislativa, el mismo presidente Enrique Peña Nieto, ha planteado la desaparición de 100 diputados en su gran mayoría plurinominales que adelgacen la carga -económica y política- de la cámara de diputados.

Además de reducir su número a la mitad, la mayoría de ellos debería ser resultado de una fórmula de primeras minorías, es decir, que los diputados que perdieron por menor rango porcentual pudieran acceder a una curul plurinominal –como pasa en el senado de la república y en algunos congresos locales del país- y otra fracción más reducida accediera a ella por medio de listas partidarias, pero a ellos si se les podría pedir un mínimo de experiencia y estudios superiores para garantizar un trabajo de calidad y evitar que personajes sin ninguna formación y experiencia accedan a estos espacios por razones diferentes.

Los plurinominales tienen la función de representar minorías que aunque no ganan elecciones, tienen un número de votos que avalan su presencia en el congreso, y por esa razón son necesarios. Generar equilibrios y contrapesos es su función primordial, habrá que regular y restructurar esta figura, para que cumpla su objetivo y deje de ser una más de las simulaciones de este país y su fallida democracia.

 

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Twitter. @jorgeivand

 

 

jueves, 5 de marzo de 2015

Poder y Dominación



A lo largo de la historia el poder se ha venido manifestando y evolucionando en diversas formas, la más primitiva – pero no por ello inoperable en la actualidad- se implanta a través del uso de la fuerza, el cual capacita a los poderosos a imponer su voluntad por medio del sometimiento. No obstante, la evolución del ser humano y la propia de las sociedades han ido modificado la morfología del poder.

El poder que necesita de la violencia para lograr sus fines, es el poder más vulnerable, ya que su propia naturaleza genera resistencias y oposiciones, que representan explícitamente su propia debilidad. De lo cual podemos concluir que el poder que depende de la violencia, no representa el poder supremo, ya que el postulado más categórico consiste en que; cuando más poder existe, más silenciosamente actúa.

De acuerdo con el filósofo y psicólogo francés Michel Foucault, hubo una transición del “poder soberano” al “poder disciplinario”, definiendo al primero como el poder de la espada, el que puede recurrir y recurrió gran parte de la historia a la muerte como motor primigenio de sometimiento. El “poder disciplinario”, por el contrario, no es un poder de muerte, es un poder cuya función es la imposición de un estilo determinado de vida.

Ambas formas de poder, ejercen la explotación del individuo con el fin de crear sujetos “obedientes”. El tránsito del poder soberano al “poder disciplinario” explica Foucault, se debe al cambio del modo de producción económica agraria, al modo de producción industrial, donde resulta más conveniente disciplinar al cuerpo en lugar de atormentarlo o desaparecerlo. Haciendo así del cuerpo humano una máquina de producción o a palabras del propio Foucault, una “ortopedia concertada”.

El “poder disciplinario” descubre a la población como una masa de producción y reproducción que administra la definida por este filósofo francés como; bio-política, la cual emplea las tasas de natalidad, de esperanza de vida y niveles de salud, como mecanismos controladores y articuladores. Concluyendo así, que para la sociedad capitalista, lo que realmente aporta es lo corporal, lo somático, lo biológico.

Sin embargo el filósofo coreano Byung-Chul Han, afirma la técnica del “poder disciplinario” expuesto por Foucault, no alcanza a controlar la “psique” humana, la cual es indispensable para llevar a su mínima expresión las resistencias y oposiciones al sistema de producción, ya que la “psique” es capaz de conducir no solo el plano corporal, sino también los anhelos, necesidades y deseos, los cuales es necesario controlar en el actual sistema neoliberal – mutación actual del capitalismo-, que no se ocupa primariamente de lo corporal. Por el contrario, descubre a la psique como mayor fuerza productiva para el auto-sometimiento.

Bernard Stiegler, filósofo y sociólogo francés, al igual que Han, también reconoce que la bio-politica focaulteana, si bien representó histórica y geográficamente la realidad social del capitalismo, ya no es adecuada a nuestro tiempo. Según Steigler, son las “psicotécnicas del psicopoder”, las que sustituyen a la bio-política, y se refiere a los avances de comunicación tecnológica, muy especificamente a la televisión que nos rebaja a un ente consumidor movido por impulsos irracionales.

Tanto Han como Steigler, coinciden en que las nuevas técnicas de dominación neoliberal adoptan una forma sutil, no se apoderan directamente del individuo. Por el contrario, se ocupan de que el individuo actúe de tal modo que reproduzca por sí mismo el entramado de dominación que es interpretado por él como libertad.

Riqueza y Desigualdad



En el primer listado de supermillonarios de Forbes en 1987, la riqueza promedio de estos se estimaba en los 1,500 millones de dólares (mdd); en 2013 esa cifra ha pasado a unos 15,000 mdd. Es decir, un crecimiento del 1000% en una tasa aproximada de crecimiento anual del 6,4%. Lo que hace evidente que los acumuladores de capitales obtienen un retorno de ganancias exorbitantemente superior al resto de la sociedad mundial.

Según Thomas Piketty, -economista francés, especializado en desigualdad económica- , cuando la acumulación de capitales se sitúa por encima del crecimiento de la economía global, se deja en evidencia la contradicción principal del capitalismo.

El protagonismo del capital en la economía se inició con la Revolución Industrial, cuando las maquinas, pertenecientes a algún propietario pasaron a sustituir a la mano de obra. Actualmente el capital significa en promedio, seis veces la renta nacional, lo que simultáneamente ha ampliado el espacio entre ricos y pobres poniendo en jaque a la denominada “clase media”.

Los capitalistas, explica Piketty, obtienen cada vez una tajada mayor de la riqueza a repartir y de forma subsiguiente la dejan en herencia a sus sucesores, los cuales ya nacen ricos y “orillados” a seguir ver creciendo su capital por encima de los rendimientos del resto de los individuos.

En su libro “El Capitalismo den el siglo XXI” Thomas Piketty equipara los conceptos de capital y riqueza como términos equivalentes e incluye al capital productivo, nacional y extranjero.  A su vez expone un ejemplo revelador en la economía francesa, el cual resume que si Francia como país ahorrara todo lo que produce en un año, se tardaría siete en reunir la riqueza (capital) acumulada en el mismo. 

A final de todo este proceso resulta una consecuencia autodestructiva; la desigualdad. La cual se explica contundentemente en el famoso índice de Gini, el cual compara los porcentajes de población más pobres con los más ricos. En un rápido análisis comparado el promedio de desigualdad dentro de los países de la OCDE En los países de la OCDE, la brecha entre un extremo -el más rico- y el otro -el más pobre- es de 9.5 veces, por arriba de 9 veces en 2007.

Otras economías con un diferencial amplio son Chile, con 26.5 veces; Estados Unidos, 15.9; Turquía, 15.1, e Israel, 13.6.  Los países con la brecha más reducida son Islandia, con 5.3 veces; Eslovenia, también con 5.3; Dinamarca, igual con 5.3, y Noruega, con 6. En el caso de México que es el país más desigual de este organismo, la diferencia en de 28.5% para el año 2010.

El premio Nobel de economía Paul Krugman coincide con Piketty, en que el mundo occidental esta una época en donde la desigualdad crece feliz entre la acumulación del capital, el crecimiento demográfico y el desarrollo tecnológico.

Krugman también pone sobre la mesa el paupérrimo aumento del salario en la sociedad americana donde los trabajadores han aumentado sus ingresos 1% en promedio, mientras los supermillonarios de la economía crecieron un 362%.

Otra arista analizada por otro premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz en su libro “El precio de la desigualdad” manifiesta que también la política ha condicionado al mercado, siendo el aspecto más escandaloso la política fiscal de los últimos tiempos, donde los superricos en realidad pagan en promedio menos impuestos que el resto de la población. Por ejemplo; en Estados Unidos las 400 familias más ricas pagaron en 2007 solo 16,6% a diferencia del 20,4% de los demás contribuyentes.

Stiglitz y Pikkety, proponen radicales reformas fiscales para aminorar estas profundas desigualdades, las cuales  consisten en; 1.- crear un impuesto especial sobre la renta (es decir, sobre la riqueza) a las personas físicas y morales más ricas o de mayor generación de capital, que a su juicio debería situase entre el 50% y 80%, y 2.- Crear un impuesto sucesorio para eliminar la excesiva transmisión de bienes y riqueza (que a mi juicio también eliminaría el ansia lúdica de acumulación) y evitar así el fortalecimiento de nuevas generaciones plutocráticas. 

A manera de conclusión, al permitir el crecimiento exorbitante de capitales los cuales se superponen al crecimiento económico de las naciones, no sólo se nutre la desigualdad y las trampas de la pobreza, sino que también se pone en peligro al sistema democrático, permitiendo el surgimiento de un sistema antitético denominado por Platón hace miles de años como; Oligarquía.

La desigualdad es inherente al éxito de nuestra especie, aunque resulte irritante aceptarlo, no hay otra posibilidad de explicar la supervivencia y evolución de la humanidad en relación con otras criaturas, sin embargo miles de años de racionalización y experimentación nos ha llevado a crear un concepto llamado Estado (Gobierno), que tiene como objetivo milenario; intervenir  para reconducir la conducta humana y hacerla precisamente… más humana.

Psicopolítica; La crisis de la libertad


No dejó de sorprenderme este ensayo del Filósofo Coreano-Alemán,  Byung-Chul Han, acerca de lo que él llama “las nuevas técnicas del poder neoliberal”. En este libro titulado; “Psicopolitica”, el autor dirige su crítica al sistema actual, argumentando que la eficacia del neoliberalismo radica en hacerle creer al individuo que es libre cuando en realidad el sistema está explotando su libertad.

Han, describe a la psicopolitica como el sistema de dominación que en lugar de emplear el poder opresor, emplea el poder seductor, inteligente, que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación.

El autor también reflexiona sobre este modelo de autoexplotación que ha dejado sin efecto las teorías de Karl Marx, ya que la revolución social empleada como válvula de escape a las acciones represivas basadas en la relación explotadores-explotados, son sustituidas por el sujeto auto explotado, que se hace así mismo responsable y se avergüenza de sus fracasos en vez de poner en duda el sistema. Esta autoagresividad explica Han, no convierte al autoexplotado en revolucionario, sino en depresivo.

Esta autoexplotación y  a la vez frustración ante los fracasos, merma la libertad del individuo, ya que a palabras de Han, la culpa elimina la libertad y en el sistema de libre competencia, la única libertad real, es la libertad de capitales.

“Ya no trabajamos para nuestras auténticas necesidades, el capital, genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias”. Expone Han.

El inteligente ensayo, también ataca la tendencia de los gobiernos y del “sistema” a transparentar todo lo posible, definiendo a esta “Dictadura de la Transparencia” como un panóptico digital – El panóptico es un tipo de arquitectura carcelaria donde su guardián, guarnecido en una torre central, observa a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados- que hace que la libertad y la comunicación ilimitadas, se conviertan en control y vigilancia totales.

El autor no define a la transparencia como una mala práctica, sino que la motivación de esta, no se orienta a los procesos de decisiones o a los resultados de las acciones, sino a la necesidad de desnudar, de desenmascarar, de escandalizar. Esta reorientación de la transparencia, no genera ciudadanos con iniciativa, sino espectadores pasivos, que a su vez únicamente generan una democracia de espectadores.

“El neoliberalismo, convierte al ciudadano en consumidor, la libertad del ciudadano cede ante la pasividad del consumidor. El consumidor no tiene interés real en la política, no está dispuesto ni capacitado para la acción común, solo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose, igual que el consumidor ante las mercancías que le desagradan. Los políticos y los partidos, también siguen esa lógica de consumo. Tienen que proveer para satisfacer a sus clientes”.

Pero el también teólogo por la Universidad de Múnich, concluye que todo esto es posible gracias a que de forma voluntaria las personas se someten y por hacen ellos mismos el trabajo del “Big Brother”, no por coacción, sino por una necesidad interna.

En una analogía muy perspicaz, Han afirma que toda técnica de dominación tiende a generar objetos de devoción con el fin de someter, y es así como compara al Smartphone con un rosario ya que ambos sirven como confesionarios móviles y el “me gusta” es el nuevo prototipo de un “amén digital” donde Facebook es la sinagoga global y nosotros sus nuevos “Devotos”.