jueves, 5 de marzo de 2015

Riqueza y Desigualdad



En el primer listado de supermillonarios de Forbes en 1987, la riqueza promedio de estos se estimaba en los 1,500 millones de dólares (mdd); en 2013 esa cifra ha pasado a unos 15,000 mdd. Es decir, un crecimiento del 1000% en una tasa aproximada de crecimiento anual del 6,4%. Lo que hace evidente que los acumuladores de capitales obtienen un retorno de ganancias exorbitantemente superior al resto de la sociedad mundial.

Según Thomas Piketty, -economista francés, especializado en desigualdad económica- , cuando la acumulación de capitales se sitúa por encima del crecimiento de la economía global, se deja en evidencia la contradicción principal del capitalismo.

El protagonismo del capital en la economía se inició con la Revolución Industrial, cuando las maquinas, pertenecientes a algún propietario pasaron a sustituir a la mano de obra. Actualmente el capital significa en promedio, seis veces la renta nacional, lo que simultáneamente ha ampliado el espacio entre ricos y pobres poniendo en jaque a la denominada “clase media”.

Los capitalistas, explica Piketty, obtienen cada vez una tajada mayor de la riqueza a repartir y de forma subsiguiente la dejan en herencia a sus sucesores, los cuales ya nacen ricos y “orillados” a seguir ver creciendo su capital por encima de los rendimientos del resto de los individuos.

En su libro “El Capitalismo den el siglo XXI” Thomas Piketty equipara los conceptos de capital y riqueza como términos equivalentes e incluye al capital productivo, nacional y extranjero.  A su vez expone un ejemplo revelador en la economía francesa, el cual resume que si Francia como país ahorrara todo lo que produce en un año, se tardaría siete en reunir la riqueza (capital) acumulada en el mismo. 

A final de todo este proceso resulta una consecuencia autodestructiva; la desigualdad. La cual se explica contundentemente en el famoso índice de Gini, el cual compara los porcentajes de población más pobres con los más ricos. En un rápido análisis comparado el promedio de desigualdad dentro de los países de la OCDE En los países de la OCDE, la brecha entre un extremo -el más rico- y el otro -el más pobre- es de 9.5 veces, por arriba de 9 veces en 2007.

Otras economías con un diferencial amplio son Chile, con 26.5 veces; Estados Unidos, 15.9; Turquía, 15.1, e Israel, 13.6.  Los países con la brecha más reducida son Islandia, con 5.3 veces; Eslovenia, también con 5.3; Dinamarca, igual con 5.3, y Noruega, con 6. En el caso de México que es el país más desigual de este organismo, la diferencia en de 28.5% para el año 2010.

El premio Nobel de economía Paul Krugman coincide con Piketty, en que el mundo occidental esta una época en donde la desigualdad crece feliz entre la acumulación del capital, el crecimiento demográfico y el desarrollo tecnológico.

Krugman también pone sobre la mesa el paupérrimo aumento del salario en la sociedad americana donde los trabajadores han aumentado sus ingresos 1% en promedio, mientras los supermillonarios de la economía crecieron un 362%.

Otra arista analizada por otro premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz en su libro “El precio de la desigualdad” manifiesta que también la política ha condicionado al mercado, siendo el aspecto más escandaloso la política fiscal de los últimos tiempos, donde los superricos en realidad pagan en promedio menos impuestos que el resto de la población. Por ejemplo; en Estados Unidos las 400 familias más ricas pagaron en 2007 solo 16,6% a diferencia del 20,4% de los demás contribuyentes.

Stiglitz y Pikkety, proponen radicales reformas fiscales para aminorar estas profundas desigualdades, las cuales  consisten en; 1.- crear un impuesto especial sobre la renta (es decir, sobre la riqueza) a las personas físicas y morales más ricas o de mayor generación de capital, que a su juicio debería situase entre el 50% y 80%, y 2.- Crear un impuesto sucesorio para eliminar la excesiva transmisión de bienes y riqueza (que a mi juicio también eliminaría el ansia lúdica de acumulación) y evitar así el fortalecimiento de nuevas generaciones plutocráticas. 

A manera de conclusión, al permitir el crecimiento exorbitante de capitales los cuales se superponen al crecimiento económico de las naciones, no sólo se nutre la desigualdad y las trampas de la pobreza, sino que también se pone en peligro al sistema democrático, permitiendo el surgimiento de un sistema antitético denominado por Platón hace miles de años como; Oligarquía.

La desigualdad es inherente al éxito de nuestra especie, aunque resulte irritante aceptarlo, no hay otra posibilidad de explicar la supervivencia y evolución de la humanidad en relación con otras criaturas, sin embargo miles de años de racionalización y experimentación nos ha llevado a crear un concepto llamado Estado (Gobierno), que tiene como objetivo milenario; intervenir  para reconducir la conducta humana y hacerla precisamente… más humana.

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