lunes, 4 de octubre de 2010

Dos mil diez; La Revolución sin Causas


Escribo esta reflexión en medio de dos fechas fundamentales para la construcción del país, que desde el 27 de septiembre de 1821 pudo independizarse después de trecientos años del yugo de la corona española.

Entiéndase, al inicio de la guerra de independencia en septiembre de 1810 y el inicio de la revolución mexicana en noviembre de 1910. Dos pugnas que tuvieron como fundamento la reivindicación de los derechos fundamentales y el encumbramiento de ideales liberales, democráticos e igualitarios.

Años atrás, se hablaba en todo el territorio nacional sobre el futuro que le depararía al país en el dos mil diez, se especulaba si el ciclo revolucionario se repetiría, o si daríamos el salto de las luchas armadas a la revolución cultural que nos hiciera avanzar como nación sin caer en el caos que toda guerra conlleva.

Pues bien, no hay plazo que no se cumpla y hoy nos encontramos nuevamente, en la primer década del siglo XXI, inmersos en una guerra que en menos de 4 años ha cobrado la vida de casi treinta mil mexicanos.

Pero, ¿qué paso ahora?, ¿Por qué esta guerra cambio drásticamente de modalidad?, ¿A qué se debe que esta revuelta armada carezca de ideales para la reconversión nacional?

La respuesta puede ser sencilla, porque a esta guerra le pasó lo mismo que a nosotros en el transcurrir de la historia, el ser humano al incursar en el sistema capitalista se vio rebasado por las posibilidades (o más bien espejismos) que este ofrece, el individualismo que genera y en la disociación que auspicia y que sobrepone a los intereses por encima de las ideas, de los valores, de las convicciones.

Sin embargo, aunque los motores son diferentes, las causas siguen siendo las mismas que las de las revoluciones pretéritas; la inequitativa distribución de los recursos, los privilegios insultantes de las cada vez menos clases altas, el autismo de la clase política, el sometimiento a los intereses transnacionales y el envilecimiento de las condiciones de vida de los más a costa de los menos.

Esto ha provocado que cada vez más mexicanos se unan a los diferentes eslabones de esta cadena productiva llamada narcotráfico… de esta mejor llamada Revolución sin causas.

Una revolución que sigue siendo poco entendida por la desarraigada clase política gobernante, una revolución que paradójicamente pretende ser sosegada con balas y municiones, sin darse cuenta que este problema como todos los del “neoliberalismo” es uno de oferta y demanda… me pregunto ¿Dónde está aquí la mano invisible?

La pregunta obligada seria; ¿cuándo se acabara esta revolución?, considero que concluirá cuando se dejen de atacar lo efectos y empecemos a entender las causas, que tienen que ver con el combate a la pobreza y el combate también a las riquezas desmedidas e ilícitas, con la generación de empleos y sobre todo, con la elevación de la calidad educativa y la formación cívico-nacional.

“No estoy de acuerdo con los sueldos que ganan los profesores que atienden las escuelas, el día que un maestro gane más que un general, ese día se salvara México”. Francisco Villa, 1920.

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